A ligar, se puede aprender

A ligar, ¿se puede aprender?

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Saliendo tanto una noche como tomando un café a media tarde, posiblemente te has encontrado con la situación de cruzar la mirada con alguien y pensar: ¡Whoa! Me encanta… En nuestro día a día pueden cruzarse ciertas personas que despierten nuestros deseos de acercarnos a conocerlas. Pero muchas veces este deseo queda bloqueado cuando nos aparece un pensamiento de inseguridad: Buf… ¿cómo me acerco?, ¿Cómo lo hago sin excederme?, Pero si yo no sé ligar…, Seguro que no tiene interés en mí…

Durante el proceso terapéutico, muchas personas nos preguntan: Pero, a ligar, ¿se puede aprender? La respuesta es sí. Ligar tiene que ver con mostrarse ante la otra persona. Para ello es necesario conocerse, lo bueno y lo que me gustaría mejorar, aceptarse y valorarse. Es decir, depende en gran parte de la seguridad que tengamos. Por lo tanto, aprender a ligar tiene que ver con el desarrollo de nuestra propia seguridad personal (o lo que desde psicología nombramos como autoestima). Y como a caminar se aprende echando un pie detrás de otro, ejercitando nuestras capacidades para ligar indirectamente reforzaremos cómo nos sentimos a nivel personal.

En este artículo vamos a exponer claves interesantes para poner en marcha y desarrollar estas habilidades, y así ir perdiendo el miedo a mostrarnos (e indirectamente ir ganando seguridad).

MIRA. El contacto visual con alguien es la forma más directa de mostrar nuestro interés y atención. Si por ejemplo, en una fiesta ves a alguien que te gusta, busca pequeños contactos visuales, será una buena manera de mostrar que ha despertado tu interés. Evita mirar directamente, pues puede ser violento si la otra persona no está interesada. Pero, si te devuelve la mirada, ¡posiblemente tú también has despertado el suyo!
Si iniciáis una conversación, mira atentamente para demostrar que estás escuchando y te parece importante lo que dicen. ¿A quién no le gusta tener la atención plena de alguien cuando habla?

SONRÍE. Una sonrisa refleja cercanía, confianza y transmite que estás feliz de ver a la otra persona. Mostrarte amigable y cercano ayudará a progresar más allá de las miraditas iniciales. Y por supuesto, si empezáis hablar, sigue sonriendo para demostrar que disfrutas de su compañía.

RÍETE Y HAZ REÍR. Ay, el humor, ese gran olvidado en la seducción… No hace falta tener bromas elaboradas, ni ser monologuista del club de la comedia, simplemente con poner una pizca de humor, hacer un poco el tonto y transmitir alegría conectaréis con más facilidad. Si os reís juntos es una señal que todo va en la dirección adecuada. ¡Atrévete a mostrar tu parte más divertida y relajada!

MUESTRA CURIOSIDAD. Cuando empecéis a hablar, muestra interés haciendo algunas preguntas básicas. Evita preguntas demasiado personales o delicadas, simplemente empieza a descubrir a la persona que tienes delante. Puedes romper el hielo empezando con preguntas sobre la ropa que lleva puesta, sobre el entorno o sobre cómo va su día. También puedes contar una pequeña anécdota preguntar si alguna vez le pasó algo parecido.

DEJA HABLAR A TU CUERPO. El último paso del coqueteo es enviar las señales correctas con el lenguaje corporal. Si te sientes nervioso, es posible que te encuentres encorvado o cruzando los brazos frente a tu pecho, y eso te hará sentir pequeño y poco habilidoso. Ligar puede ser estresante, ¡por lo que es totalmente comprensible! Pero respire hondo, exhala, endereza tus hombros y abre tu postura corporal. Te sentirás más confiado y relajado, incluso si todavía tienes los nervios en el estómago. Entonces, ¿por qué no buscar la mirada de esa persona que te gusta en la pista de baile? ¿Por qué no sonreír a esa persona que se toma su café en la mesa de enfrente? ¿Y por qué no decir algo tonto para romper el hielo a alguien que espera el bus a nuestro lado? Quién sabe, ¡podrías terminar bailando juntos, teniendo una gran conversación o incluso intercambiando teléfonos!

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