¿Cuáles son los motivos? ¿Qué señales presenta? ¿La gana alguien esta batalla?
Lamentablemente son muchas las parejas que se instalan en una lucha de poder, una batalla perpetua contra el otro, que les desgasta, les agota y deteriora su relación.
Vivimos en una sociedad competitiva: luchar, defenderse, no dejarse pisar por los demás son valores que en ocasiones se confunden con la necesidad de confrontar con el otro, de no ser capaces de ver más allá de la opción de ocupar un lugar o bien de dominante o ser dominado. Una lucha en la que prima el egocentrismo y la necesidad de auto-afirmación.
El miedo a ceder, entendiendo una cesión cómo una pérdida, las dificultades en la capacidad de negociación y cierta inmadurez son algunos de los motivos que llevan a algunas parejas a mantener una situación tóxica de lucha entre los dos. El poder se determina por el que toma la decisión. Se niega la posibilidad del acuerdo, de querer buscar el consenso, intentando protegerse basándose en el miedo y “no bajar la guardia” en el campo de batalla de las discusiones.
El conflicto empieza cuando uno de los dos pretende decidir qué es lo correcto, lo que puede y lo que no puede hacer la pareja. Cuando se auto-asigna la capacidad de “dar permiso” a la otra persona para tomar decisiones.
Algunas señales que nos pueden indicar esta situación, además de mantenernos en discusiones constantes por aspectos poco relevantes son:
No respetar la opinión ni las decisiones del otro. No dejarle hablar, no escuchar e interrumpir.
Creer que la otra parte tiene sistemáticamente la culpa del propio malestar.
Centrarse exclusivamente en las propias necesidades.
Desvalorizar a la pareja sin reparos: “Tu eres egoísta, eres…”
Nadie gana en esta batalla. Vivir en un estado de lucha permanente es incompatible con el bienestar, la confianza y la ilusión que puede aportarnos una buena relación de pareja.
Entender los motivos de esta lucha, entender que “perder-ganar” no es la mejor ni la única estrategia para construir una pareja y trabajar en el desarrollo de habilidades de comunicación, negociación y empatía son algunos de los cambios que se trabajan en terapia.