En este artículo centraré en aquellas personas (tanto hombres como mujeres) que tienen alguna patología crónica por la que han de tomar medicación y cómo ésta puede afectar a su deseo sexual.
Brevemente recordar que el deseo sexual hipoactivo es la disminución (o ausencia) de fantasías y deseos de actividad sexual de forma persistente o recurrente, teniendo en cuenta factores que, como la edad, el sexo y el contexto de la vida del individuo, afectan a la actividad sexual. Dicho trastorno provoca malestar acusado o dificultades de relación interpersonal y no se explica mejor por la presencia de otro trastorno (excepto otra disfunción sexual) y no se debe exclusivamente a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., drogas, fármacos) o a una enfermedad médica.
Por lo tanto el bajo deseo puede tener diferentes causas y no exclusivamente ha de estar relacionado con enfermedades o el consumo de determinados fármacos si bien es verdad que el consumo de éstos puede interferir en la vida sexual.
¿Y cuáles son estos fármacos?
Sin orden de importancia ni gravedad, empezaremos por los antidepresivos. Prácticamente todos pueden dar lugar a alteraciones en la esfera sexual, pero los que más afectan son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Éstos ayudan a elevar los niveles de serotonina en el organismo disminuyendo la impulsividad, la ansiedad y también el deseo sexual. Pueden disminuir la consecución del orgasmo en un 50% de los casos, disminuir la lubricación vaginal o provocar problemas de disfunción eréctil.
Los ansiolíticos, sobre todo algunas benzodiazpinas, también están asociadas a disminución del deseo sexual, disfunción eréctil y anorgasmia seguramente debido al efecto sedante y de relajación muscular que producen.
Los antihipertensivos, sobre todo los diuréticos y algunos betabloqueantes, también interfieren en la líbido y pueden dar problemas de erección.
Los fármacos hipolipemiantes tienen descritos entre los efectos adversos la disminución del deseo sexual. En este caso muchas veces el modificar hábitos de vida, es decir, una dieta equilibrada y ejercicio físico, puede dar lugar a una reducción de los niveles de colesterol y por tanto a no necesitar tomar el fármaco y recuperar el deseo sexual ya que es reversible tras el cese de la medicación. Siempre eso sí bajo control médico y analítico.
Algunos anticonceptivos también disminuyen el deseo sexual, ya que reducen los niveles de testosterona. Por suerte son muy pocos los que dan este trastorno ya que los últimos que han salido al mercado ya llevan las dosis de hormonas más ajustadas.
Analgésicos potentes como los opiáceos también están relacionados con la disminución del deseo sexual cuando se consumen de forma crónica, al retirarlos generalmente se recupera el deseo.
Es importante tener en cuenta que no están descritos todos los fármacos, que hay muchos otros que tienen descrita en su literatura algún trastorno sexual, pero me he querido centrar en los fármacos más comunes y que más efectos tienen.
Por supuesto remarcar que es importante acudir al especialista si se detecta que un fármaco puede ser el causante del bajo deseo, nunca retirarlo por cuenta propia. Y que la mayoría de fármacos se pueden cambiar por otros para mantener el deseo sexual, nunca pensar eso de “¡Como tengo tal enfermedad ya no voy a disfrutar del sexo!” Consulta siempre con un especialista para que te asesore y puedas recuperar el deseo.